My Diary.
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ENTENDIMIENTO.

Salmos 119:34: “Dame entendimiento, y guardaré tu ley, y la cumpliré de todo corazón.”

TESORO BÍBLICO:
¿Es Dios justo? ¡Sí! Entonces, ¿cómo se revela la justicia de Dios? De fe en fe. Dios le da una verdad. Usted cree en esa verdad, por lo tanto Dios le da más verdad. Entre más obedece la luz, más luz usted recibirá. La razón por la que algunos de nosotros no entendemos más la Biblia, es porque no hemos estado viviendo conforme a la luz que Dios ya nos ha dado. Si usted desea entender esa parte de la Biblia que no entiende, empiece a obedecer la parte que sí entiende y entonces entenderá aquello que no entendía. ¿Entendió?
PUNTO DE ACCIÓN:Pídale a Dios que le dé una fe que le revele las verdades ocultas de su Palabra y que le son difíciles de comprender en este momento.
ESTEREO EMANUEL ESTEREO EMANUEL Author

«QUIERO MORIR... PARA EXPIAR MI CULPA»

Necito Batista Da Silva era empleado ferroviario en Belo Horizonte, Brasil. Tenía un hijo hermoso que se llamaba Claudio. El niño jugaba siempre con un perro blanco y negro, perro vagabundo que era el amigo de todos los chicos del barrio.
Un día el perro se puso rabioso y mordió al niño. Debido a que el padre se había negado a vacunar al perro contra la rabia, Claudio contrajo la espantosa enfermedad. Los médicos lucharon por salvarlo, pero la salud del pequeño se fue agravando. Antes de morir, en uno de los últimos ataques terribles de la enfermedad, Claudio saltó de la cama del hospital y mordió a su padre y a su madre mientras ellos trataban de calmarlo.
La madre se sometió en seguida a un tratamiento antirrábico, pero el padre, Necito Batista, rechazó el tratamiento. El hombre se sintió culpable de la muerte de su hijo, así que quiso morir de la misma enfermedad. Estas fueron sus palabras: «Si actué mal al no hacer vacunar al perro, quiero morir de la misma enfermedad para expiar mi culpa.»
No es difícil comprender el estado de ánimo de ese pobre padre, que sufría profundamente la enfermedad mortal de su hijo. Su vida era un calvario porque estaba convencido de que él tenía la culpa. Pero no por eso tenemos que compartir su punto de vista. Aun cuando tuviera la culpa, no era él quien debiera expiarla.
Según el Diccionario Larousse, «expiar» significa «reparar una culpa por medio de un castigo o sacrificio». Eso era precisamente lo que pretendía hacer Necito Batista: reparar su culpa mediante el sacrificio de sí mismo. Lo que él no comprendía, al igual que muchos otros en la actualidad, es que hay Uno solo capaz de expiar o reparar la culpa de cualquier ser humano. Se trata del Señor Jesucristo. Pero ¿por qué sólo Cristo?
Es que nadie puede expiar su propia culpa, y por consiguiente nadie tiene que morir por su propia redención, porque nadie satisface el requisito divino. En la justicia divina, era necesario que el que expiara la culpa del mundo fuera intachable. Y el único que jamás pecó fue Jesucristo.1 A diferencia de Necito Batista, la vida de Cristo no fue un calvario por sentir él que tenía alguna culpa. Al contrario, Cristo se sacrificó y murió en el Calvario por nosotros a fin de satisfacer ese requisito divino de que el sacrificio fuera intachable.2 Por eso Juan el Bautista, al ver que Cristo se acercaba, anunció: «¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!»3 Juan sabía de antemano que el sacrificio de Cristo habría de ser el único aprobado por Dios para expiar nuestra culpa.
De modo que cuando sintamos la carga de nuestra culpa, no pensemos que nosotros mismos podemos hacer algo para salvarnos, como pensaba Necito Batista. Recordemos más bien que es Cristo quien quita el pecado del mundo, como declaró Juan el Bautista, y digámosle a Cristo: «Gracias, Señor, por dar tu vida por la enfermedad mortal que es mi pecado a fin de expiar mi culpa.»
ESTEREO EMANUEL ESTEREO EMANUEL Author

JESÚS, EL UNICO CAMINO AL CIELO

Mateo 1:21: “Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados.”

TESORO BÍBLICO:
¿Somos los creyentes ingenuos por creer en Jesús? ¿Estamos sirviendo a un Dios falso? Si usted va a la tumba de Confucio, encontrará que está ocupada. Si va a la tumba de Buda, encontrará que está ocupada. Si va a la tumba de Jesús, usted la encontrará vacía. Él es un Salvador resucitado. Eso es importantísimo, porque usted puede sacar a Confucio del confucionismo y aún tener el confucionismo. Puede sacar a Buda del budismo y todavía tener el budismo. Pero usted no puede sacar a Jesucristo del cristianismo y aún tener el cristianismo, porque el cristianismo no es un código, no es un credo, no es una causa. Es el mismo Cristo.
PUNTO DE ACCIÓN:Usted tiene una esperanza que el mundo necesita escuchar. ¿Con quién puede compartir esa esperanza hoy?
ESTEREO EMANUEL ESTEREO EMANUEL Author

EL PERDON

Primera Pedro 3:18: “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios.”
TESORO BÍBLICO:
¡Suponga que alguien le da un puñetazo en la nariz! E imagínese que en un acto de compasión, usted le dice a esa persona que le pegó: “Le perdono.” Y suponga que le responde: “No hay necesidad de que usted me perdone. Yo ya me he perdonado.” Usted se sentiría un poco estafado. Sólo el que fue golpeado puede perdonar al golpeador. El pecado es un puño ante Dios, y sólo Dios puede perdonar el pecado. Primera Pedro 3:18 contiene suficiente dinamita del Evangelio para apagar el pecado, el odio, el dolor, y la enfermedad en la vida de alguien, mas esa dinamita debe encenderse con la chispa de la fe.
PUNTO DE ACCIÓN:¿Hay alguien en su vida que usted necesita perdonar? ¿Quizá alguien a quien usted necesita pedirle perdón? Hágalo ahora mismo. Mañana quizás nunca llegue.
ESTEREO EMANUEL ESTEREO EMANUEL Author

«Lo haré, pero no enseguida»

Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. – 1 Juan 5:11-12.
El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. – Juan 3:36.
Al final de una predicación un joven se acercó al predicador y le dijo: –Usted tiene razón, debo convertirme a Jesucristo… Lo haré, pero no enseguida; todavía quiero aprovechar un poco de la vida. El predicador le respondió: –¿Sólo un poco? ¡Qué falta de ambición, querido amigo! ¡Acuda a Jesús y tendrá la vida eterna!
Quizá nuestro lector ha oído el Evangelio, siente el peso de sus pecados, la necesidad de arrepentirse y aceptar el perdón de Dios, pero teme que tal decisión lo comprometa a llevar una vida de ermitaño, triste y sin gozo. Usted se equivoca, o más bien, Satanás, el enemigo de su alma, trata de impedirle, mediante tales pensamientos, acudir a Jesús. Intenta retenerle aturdiéndole con placeres pasajeros que a menudo tienen un sabor amargo; y de aventuras en desilusiones, el tiempo pasa… Deténgase ahora, escuche la voz de su conciencia y la advertencia de Aquel que le dice: “¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” (Marcos 8:36).
Ante Dios usted está muerto en sus “delitos y pecados” (Efesios 2:1). Crea en el Hijo de Dios, acepte sin tardar la vida eterna, ese don gratuito. Entonces podrá aprovechar “las abundantes riquezas de su gracia” y andar “en vida nueva” (Romanos 6:4).
ESTEREO EMANUEL ESTEREO EMANUEL Author

«LAS HIJAS DE MI TÍA ROGELIA»

«Mi tía Rogelia vive en la calle del Olvido No. 101. Regordeta y rellenota de carnes y de ideas tétricas y apocalípticas, es sin embargo una de las madres modelos en esta sucia y dichosa ciudad de San José. Siete veces bendijo Dios su matrimonio, y mis siete primas representan esas siete bendiciones.
»¡Qué lástima que la juventud no sea eterna! Por desgracia, mis primitas fueron jóvenes, y la menor (veintisiete años) es ya una juventud en conserva. La mayor colea los cuarenta, y entra en los helados confines de la vejez: y a todo esto, ni un marido que se presente....
»¡Pobre tía Rogelia, presidiendo semejante regimiento de solteronas! Sí, la palabra es dura, pero exacta. Mis primas representan en sus dolorosos extremos las tres clases conocidas hasta aquí de solteronas. En ese calvario hay tres estaciones. En la primera, la paciente es aún amiga de la humanidad, porque aún conserva alguna esperanza de un matrimonio in extremis. En la segunda, adiós a los hombres y sus engaños. El fuego sagrado del corazón es empleado y consumido en una lora, un gato o un perrito. Los efluvios de su alma, no comprendidos ni aun quizás apercibidos por ese animal sin plumas que se llama el hombre, han encontrado un ser peludo, emplumado o escamado, que las comprenda, las quiera y las acaricie. En la tercera época solteril, ya no son bastantes los cariños de Coscolina, ni los brincos del [perrito] Cook. Las monerías de la gatilla Filis no hacen ya sonreír a su desventurada dueña. El amor que es reconcentrado y abstracto en la solterona de tercer grado es, pues, esencialmente devoto y religioso.
»Para mis primas, todo joven que visita una casa, es o novio o seductor de alguna hija de la misma. Para ellas ningún matrimonio se hace por amor, sino por interés, u obligados por las circunstancias. Toda mujer bella o graciosa es tonta o coqueta; los hombres que no las atienden son mal educados, y si esos mismos hombres atienden a otras, es con malos fines. En una palabra: son mis primas las siete plagas de Egipto; las siete peores vecinas; y aunque en cada familia se encuentran tipos semejantes o parecidos, es de esperarse, para la tranquilidad pública, que no todos tengan las abundantes dotes que adornan a las hijas de mi tía Rogelia.»1
¿Quién hubiera pensado que un estadista y magistrado de la talla de don Manuel Argüello Mora de Costa Rica fuera capaz de describir por escrito, de una forma tan transparente, a miembros de su propia familia? Tal vez se deba a que lo hizo bajo el seudónimo de Simplicio Cucufate. Fue así como publicó una serie de ocho cuadros en la revista «Costa Rica Ilustrada» en 1887, poniéndole por título general «Mi familia».2
Menos mal que Dios no juzga así a las solteronas del mundo, generalizando y exagerando a propósito al referirse a ellas. Más bien, «el Señor es compasivo y justo —dice el salmista—; nuestro Dios es todo ternura».3 De ahí que a toda mujer considerada solterona, Dios le dice, al igual que a las viudas y a los huérfanos: «Si te quejas ante mí, yo atenderé a tu clamor, pues soy un Dios compasivo.»4
ESTEREO EMANUEL ESTEREO EMANUEL Author

ROBOTS CIENTÍFICOS Y DOLOR HUMANO

Es una máquina estupenda, orgullo de la tecnología moderna. Recibe órdenes dadas por la voz humana, conoce nada menos que quinientas cincuenta palabras y es capaz de realizar el noventa por ciento de las tareas que se le mandan hacer.
Se trata de un robot diseñado para enfermos con parálisis. Este robot puede acercarles a los enfermos la cuchara a la boca, puede servirles un vaso con agua, encenderles y apagarles el televisor, y hasta sentarlos y acostarlos.
Pero también puede —y aquí está el serio peligro— ser instrumento para el suicidio del enfermo. Basta con que el enfermo le ordene al robot desconectar el tubo de oxígeno u otros cables esenciales para que el enfermo muera a causa de una orden que él mismo da.
La ciencia progresa cada vez más. Hay en la actualidad aparatos científicos que nos dejan pasmados con lo que pueden hacer. Pero el alma humana no está progresando a la par.
Todavía en el alma del hombre hay imperfecciones: pasiones morbosas, propensión a maltratarse, deseos de suicidarse, amargura, mortificación y sed de venganza. Mientras las máquinas se hacen cada vez más perfectas, las almas humanas son cada vez más imperfectas.
El que un brazo mecánico, movido por un mecanismo perfecto, desconecte el tubo vital de un ser humano imperfecto, obedeciendo a la orden de ese mismo ser humano, no deja de ser una escena desalentadora.
Dios no hizo al hombre imperfecto. No lo hizo para el dolor, la enfermedad, la angustia y el mal. Lo hizo como ingenio extraordinario en lo físico, lo moral y lo mental. Pero a la inversa del hombre, que fabrica robots, Dios no hizo del hombre mismo un robot.
Dios nos dio libre albedrío, sentido moral, fuerza de voluntad y la facultad de tomar decisiones para desarrollar nuestra propia personalidad. Es el pecado original —el de Adán y Eva— lo que ha introducido en la humanidad la degradación y la imperfección.
¿Podemos, no obstante, remediar nuestras imperfecciones y arreglar nuestros defectos? Sí podemos, y esa posibilidad de hacerlo llega a ser la gran aventura moral humana. Cada uno de nosotros puede volver a la perfección, pero sólo por medio de Cristo. En Cristo, y con Cristo, remediamos todas nuestras miserias, recibimos perdón por todas nuestras faltas y nos sanamos de todas nuestras dolencias.
ESTEREO EMANUEL ESTEREO EMANUEL Author

¿Capitulación o Victoria?

La tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse. – 2 Corintios 7:10.
Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. – 2 Corintios 5:17.
Dios nos interpela muy claramente en su Palabra: “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones” (Hebreos 3:7-8). Pero uno puede ser tocado por un mensaje del Evangelio y resistir, invocando razones equivocadas. Sin embargo, existe una única declaración de quiebra de la que uno sale enriquecido: caer de rodillas y orar a Dios con todo el corazón. Si dejo mi propio camino para dar un paso hacia él, encuentro a un Dios que me acoge. Su amor me llama y su bondad me lleva a arrepentirme. Dios tiene un proyecto para mí, quiere sacarme de mi indiferencia y de mi egoísmo para llevarme a la paz y a la verdad. ¿Por qué dudar de su amor? Él dio el primer paso; yo debo dar el siguiente por medio de la fe. Él me aguarda.
Dios desea nuestra conversión para liberarnos del caos moral producido por el pecado. Ahora bien, el arrepentimiento es el único camino que nos saca de la confusión y nos conduce a una vida auténtica, llena de paz y seguridad de un Dios que perdona.
Dios no considera el pecado a la ligera, mas perdona a causa del sacrificio de Jesucristo. Hacer el mal, o no hacer el bien, es pecar, y en realidad esto significa ofender a Dios. Porque un precio infinito fue pagado para quitar la ofensa del pecado: Dios entregó a su Hijo unigénito: Jesús murió por nuestras faltas, por eso nos ofrece su gracia. Si la rechazamos, no hay más remedio.
ESTEREO EMANUEL ESTEREO EMANUEL Author

Reciprocidad.

El Hijo de Dios… me amó y se entregó a sí mismo por mí. – Gálatas 2:20.
Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. – 1 Juan 4:19.
Hace unos cuantos años los economistas pensaban que el incremento de la productividad permitiría una mejora del nivel de vida tal, que los hombres serían más felices y fraternales.
En efecto, una mejora real y significativa tuvo lugar, pero engendró insatisfacción a causa de la mala repartición de las riquezas producidas. Además, se le agregó una mala distribución del trabajo, es decir, el desempleo.
La Biblia muestra que la felicidad del hombre resulta de las buenas relaciones con Dios y con sus semejantes. Esto es lo que da el verdadero sentido a la vida, y no la posesión ni el disfrute de riquezas materiales.
Por medio del nuevo nacimiento el cristiano entra en otra esfera, la del amor de Dios, revelado por el don más extraordinario que se puede concebir: su propio Hijo. Frente a tal don, el creyente comprende que deja de ser dueño de sí mismo; desde entonces su gozo consiste en consagrarse a Dios, tratando de agradarle. Entonces se establece una feliz relación con Dios, quien pasa a ser conocido no como aquel que exige, sino como aquel que da. Entonces el hombre se pone a su servicio, porque el amor aguarda una reciprocidad.
Nuestra respuesta al amor de Jesús siempre será muy inferior a su amor, con el cual nos amó a usted y a mí.
Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado” (Juan 15:12).
ESTEREO EMANUEL ESTEREO EMANUEL Author

¿Cómo quieres ser recordado?


“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas”.
Deuteronomio 6:6-9 (Reina-Valera 1960)
Sinceramente me duele el corazón darme cuenta, que poco a poco hemos ido sustituyendo nuestra relación personal con Dios por cosas vanas que no traen edificación a nuestra vida y que nos vuelven más vulnerables a los ataques diarios del enemigo.
¿Qué estamos haciendo?, ¿Qué generación vamos a forjar?, Si nosotros somos como somos, ¿Cómo será la próxima generación? ¡Que Dios nos ayude!
Cada uno de nosotros tenemos el deber de cambiar la historia, todos juntos podemos hacer que la próxima generación sea de hombres y mujeres llenos del Espíritu, que busquen a Dios con todo su corazón, que basen su vida en la Biblia y que puedan hacer mejores cosas de las que nosotros hicimos.
¿Y cómo podemos cambiar esto?, comenzando desde nosotros mismos, practicando diariamente la lectura y reflexión de la Biblia, no basta solo con leerla, tienes que reflexionarla. Dedicando diariamente un tiempo especial para el Señor, así como se lo dedicas para tantas cosas que haces a diario y que no tienen mucho provecho. Sirviendo con un corazón sincero y humilde al Señor en cualquier área que se pueda y sobre todo viviendo cada día como que si fuera el último día de nuestra vida, tratando de ser mejores personas, mejores discípulos y mejores hijos de Dios.

¿Cómo quieres ser recordado en la historia?

Personalmente quisiera ser recordado como un hombre que a pesar de sus miles de imperfecciones, trato e intento cada día agradar a Dios y aunque muchas veces fallo en el intento, jamás se dio por vencido y lo intento tantas veces como pudo.

Y tú: ¿Cómo quieres ser recordado?

ESTEREO EMANUEL ESTEREO EMANUEL Author

Te resistes al cambio?

Quizás el enemigo más implacable de los logros, del crecimiento personal y del éxito es la inflexibilidad.
Algunas personas parecen seguir tan enamoradas con el pasado que no pueden entenderse con el presente.
No hace mucho, un amigo me mandó «Las diez mejores estrategias para vérselas con un caballo muerto». Me pareció que la lista era para reírse:
1. Compre un látigo más fuerte.
2. Cambie al jinete.
3. Nombre un comité para que estudie el caballo.
4. Nombre un equipo para que reviva el caballo.
5. Envíe un memo diciendo que en realidad el caballo no está muerto.
6. Contrate a un consultor caro para que encuentre «el verdadero problema».
7. Ponga a varios caballos muertos juntos para aumentar la velocidad y la eficiencia.
8. Escriba varias veces la definición estándar de caballo vivo.
9. Declare al caballo como el mejor, más rápido y más conómico cuando está muerto.
10. Promueva al caballo muerto a una posición más elevada.
Le apuesto a que ha visto cada una de estas «soluciones» aplicadas en su lugar de trabajo. Pero realmente hay sola una manera efectiva de tratar con el problema. Cuando se le muera su caballo, por el amor de Dios, desmóntese.
Una tira cómica de Calvin y Hobbes ilustra la manera en que muchos de nosotros percibimos el cambio. Calvin y su amigo el tigre presumido venían bajando un cerro a toda velocidad en el cochecito del niño. Calvin le gritó a Hobbes, que venía tras él:
—Me encanta el cambio.
Sorprendido, Hobbes, le dijo:
—¿Tú, que esta mañana te pusiste furioso cuando mamá puso menos mermelada en tu tostada que ayer?
Calvin enfrentó a Hobbes y le explicó:
—No me has entendido. Me encanta el cambio en otras personas.
El denominador común del éxito radica, en formarse el hábito de hacer cosas, que a los que fracasan no les gusta hacer.
—Albert Gray
Usted no tiene que estar loco por cambiar para tener éxito, pero sí tiene que estar dispuesto a aceptar el cambio.
El cambio es un catalítico para el crecimiento personal. Lo saca de la rutina, le da un nuevo comienzo y le provee de una oportunidad para reevaluar el rumbo que lleva.
Si se resiste al cambio, en realidad se está resistiendo al éxito. Aprenda a ser flexible o aprenda como vivir con sus fracasos.
Maxwell, John C.: El Lado Positivo Del Fracaso; Inc., 2000; 2003, S. 184
Hoy podría ser un día para que te desmontes del caballo muerto y aceptes el cambio en ti mismo.
Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto. Romanos 12:2.
ESTEREO EMANUEL ESTEREO EMANUEL Author

UN SOLO CORAZÓN PARA LOS DOS

by. hermano Pablo
Los síntomas eran claros e inequívocos, y los médicos no se hicieron ilusiones. El cuerpo de Donna Ashlock, de diecisiete años, empezaba a rechazar el corazón de Félix Garza, de quince, implantado en ella tres años antes. A la muchacha la llevaron al hospital y la pusieron en cuidados intensivos. Pero la naturaleza respondió negativamente, y Donna murió el 7 de marzo de 1989. Durante tres años ella había vivido con el corazón de Félix. Dos personas, dos seres, dos vidas jóvenes: un solo corazón.
He aquí el ideal de todo noviazgo, de todo matrimonio. Dos vidas, dos personas, dos voluntades, pero un solo corazón. Un solo corazón para tener los mismos sentimientos, sufrir las mismas penas, gozar las mismas alegrías.
Félix murió de un aneurisma cerebral. Presintiendo su muerte, había donado su corazón a Donna, que lo necesitaba. Donna tenía catorce años, y vivió tres años con el corazón de Félix.
¿Qué hace que un matrimonio sea estable y duradero? El amor. ¿Cómo se fundamenta el buen amor? Cuando ambos corazones, el de él y el de ella, laten al unísono. ¿Cómo hacer que ambos corazones latan juntos? Ese es el gran secreto de un matrimonio duradero, estable y feliz. ¿Cómo se logra eso? La palabra clave es «compromiso». Esos votos que uno y otro se hacen ante el clérigo, los testigos y Dios, tienen que ser más que sonidos y articulaciones. Tienen que estar fundamentados en un compromiso, una lealtad, una unión de por vida. No puede haber siquiera la posibilidad de separación o divorcio. El compromiso es la clave. Él jura lealtad y amor eterno a ella, y ella jura lealtad y amor eterno a él.
Creemos que todo matrimonio comienza con esos ideales, pero algo pasa: enfriamiento, hastío, disgusto y, a partir de ahí, peleas e infidelidades, y al final el divorcio.
¿Qué ha ocurrido en los matrimonios fracasados? Para responder a eso hay que apelar a lo espiritual. El salmista dijo: «Si el Señor no edifica la casa, en vano se esfuerzan los albañiles» (Salmo 127:1). Es que los cónyuges hicieron caso omiso del gran edificador de hogares.
Si Dios no es el centro de nuestra vida y de nuestro hogar, fracasará nuestra familia. Cristo está a la puerta de nuestro matrimonio y nos pide que le permitamos entrar. Abrámosle hoy la puerta de nuestro corazón y de nuestro matrimonio.
ESTEREO EMANUEL ESTEREO EMANUEL Author

Agárrate!

Una niña pequeña estaba muy nerviosa ante la perspectiva de montar a caballo por primera vez, aun cuando iba a montar detrás de su abuelo, que era un excelente jinete. Cuando sus padres la ayudaban a montarse en el caballo, ella gritó: ¿Qué hago ahora? ¡Yo no sé montar a caballo! ¡Nunca lo he hecho antes! ¿Qué hago?.
Su abuelo le respondió con un tono reconfortante: No te preocupes del caballo, ni de cómo montarlo. Solo agárrate de mí, mi amor, solo agárrate de mí.
¡Qué gran consejo para nosotros hoy! Pensamos que nuestro día va a ser lento, pesado y aburrido, pero resulta en un día bien movido y agitado. En esos días es cuando necesitamos aferrarnos a nuestra fe en el Señor y permanecer en la montura.
Una de las formas más importantes en las que nos aferramos al Señor es mediante la constante comunicación con Él en un flujo continuo de oración y alabanza. Podemos orar en cualquier lugar y momento. Incluso un pensamiento de oración nos lleva a centrar nuestra voluntad y atención en el Señor y a depositar toda nuestra confianza en Él. Solo cuando perdemos el contacto con el Señor caemos en el peligro del pánico, la frustración, el frenesí y el fracaso que traen consigo.
El Señor conoce el final del camino desde el comienzo de cada día y sabe cuanto va a durar la presente agitación en tu vida. Sobre todo, Él sabe cómo guiarte con seguridad a través de cada desenfrenada cabalgata, conservándote en su divina paz durante todo el camino.
Harriet Beecher Stowe nos da el siguiente consejo:
Cuando te encuentres metido en situaciones difíciles y todo parezca estar en tu contra, al punto de que sientes que ya no va a poder aguantar ni un  minuto más, nunca te rindas entonces, pues ese es solo el lugar y el momento en que cambiará la marea.
Recuerda siempre que nunca montas solo en las bestias de la vida. El Señor está contigo y sostiene las riendas con firmeza en su mano. ¡Solo agárrate!
Todo lo que Dios nos llama a hacer, también hace posible que lo logremos. Anónimo.
Salmo 16:1
Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado.
ESTEREO EMANUEL ESTEREO EMANUEL Author

Tu momento llegará

“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”
Eclesiastés 3:1
Muy seguido me encuentro con personas que han fracasado en el amor, personas que viven aun amando a alguien que no les ama, llorando y entristeciéndose por algo que ya paso y que aunque quieran a lo mejor nunca volverá a ser, viviendo con la esperanza de que de una día para otro todo cambie o bien sintiéndose que fracasaron para siempre y que nunca encontraran a alguien que los ame igual.
Por eso este día quiero dedicar este artículo a todas las personas que luchan por algo que no será y que piensan que nunca encontraran alguien que los ame tanto como la persona que supuestamente los amaba, para ellos con todo mi amor en el Señor dedico estas líneas para que Dios pueda revelarles la voluntad perfecta para sus vidas.
ESTEREO EMANUEL ESTEREO EMANUEL Author

¿POR QUÉ LE ECHAS LAS CULPAS A DIOS?

 

Ilógicamente cuando el fracaso aparece al primero que le reclamamos es a Dios, reclamos como: ¿Por qué lo permitiste?, ¿Por qué dejaste que me enamorara?, ¿Por qué te lo llevaste de mi lado?, preguntas y reclamos tan absurdos que pareciera que el malo de la película es Dios.
Y es que hay algo que muchos no comprenden y es que Dios JAMAS te obligara a hacer algo o a tomar las decisiones que te corresponde, por tal razón El te doto de un LIBRE ALBEDRIO para que al final tú tuvieras la oportunidad de decidir por tu cuenta. Un ejemplo de ello es Adán, Dios le dijo que podía comer de todos los frutos de los arboles del huerto menos de uno, del árbol del conocimiento del bien y el mal, Adán a sabiendas de ello acepto la proposición de Eva de comer del fruto prohibido lo cual significo la caída del hombre. (Génesis 3 Capitulo Completo)
En ese ejemplo podemos ver como el hombre tiene la última decisión sobre las acciones que lleva a cabo, pero de lo que si no tiene control es de las consecuencias que ello trae. Dios no obligo a Adán para que no comiera del árbol, sino que aviso, instruyo y explico lo que NO tenía que hacer, pero el a pesar que tenía el conocimiento no lo puso en práctica sino que hizo lo contrario que le dijeron, por ello sus consecuencias fueron las que ya conocemos.
Así mismo lo que te ha pasado a ti no es cuestión de Dios, no es culpa de Él, son situaciones que se dieron por diferentes motivos que ustedes dos propiciaron. Desde no haber consultado a Dios antes de entablar esa relación de noviazgo, hasta haber cometido errores como los ya antes mencionados.
Entonces cuando entendemos esto, nos damos cuenta que Dios no tuvo ni tiene nada que ver en los resultados que estas experimentando, pero lo lindo de Dios es que a pesar que El no tuvo la culpa de lo que estás viviendo, tiene la intención y el deseo de restaurar tu vida y hacer algo precioso en ella. Y es que así es Dios, nosotros fallamos y cometemos los errores que El ya nos dijo que no teníamos que cometer, pero aun así desea obrar en nuestra vida si tan solo se lo permitimos.
ESTEREO EMANUEL ESTEREO EMANUEL Author

Optimismo

Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos.
Números 13:30.
Caleb era optimista; un santo optimista. Un hombre con una extraordinaria visión de futuro El optimismo de Caleb se basaba en su confianza
en las promesas divinas, El optimismo está relacionado con la responsabilidad que asumes, o no, ante las circunstancias. Es decir, te haces y aceptas ser el responsable por lo que te sucede, y entonces te preguntas qué es lo que puedes hacer, con la ayuda de Dios a fin de mejorar o cambiar la situación presente de las cosas.
Ese era el caso de Caleb. El pueblo estaba dominado por el miedo: el enemigo era poderoso; una comparación del armamento de ambos demostraba que Israel no tenía la mínima condición de enfrentar a los cananeos. Pero Caleb veía algo que los demás no veían: su confianza radicaba en las promesas de un Dios que no conoce derrota.
El optimista es un hombre lleno de confianza en Dios; por el contrario, el pesimista se siente impotente frente al mundo o, incluso, frente a sí mismo, y espera a que las circunstancias externas cambien, para hacer alguna cosa.
La confianza en Dios llevaba a Caleb a reconocerse como causa cambiante de todo lo que lo rodeaba mientras el pueblo, temeroso y pesimista, se sentía el resultado de las causas exteriores.
Mientras vivas en este mundo, los desafíos y las circunstancias difíciles siempre estarán delante en tí; No existe jornada alfombrada solo de flores. Dios jamás prometió a sus hijos que los libraría de los problemas: lo que les prometió es que, en los momentos difíciles, él estaría con ellos, sosteniéndoles frente a los embates de la vida.
Con estos pensamientos en la mente y en el corazón, empieza este nuevo día. No importa las barreras que encuentres delante de ti. El enemigo puede ser poderoso y armado hasta los dientes. Desde la lógica humana, es posible que tú no tengas la mínima posibilidad de vencer. Pero enfrenta tus desafíos usando la lógica divina. Confía en el Señor y, como Caleb, di: “Subamos luego, y tomemos posesión de ella ¡porque más podremos nosotros que ellos!”.
ESTEREO EMANUEL ESTEREO EMANUEL Author

«¡NO MIRES HACIA ABAJO!»

El ascensor, con veinte mineros de Sudáfrica, comenzó el lento descenso. El fondo de la mina estaba a 1.600 metros de profundidad. A la mitad de la bajada, una falla mecánica paró en seco el ascensor, y los veinte hombres quedaron atrapados. Fue entonces que surgió un héroe.
Mario Cockrell, uno de los mineros, tuvo una idea. Deslizándose por los cables de acero, llagando sus manos, fue guiando, uno por uno, a sus compañeros de trabajo. Eran ochocientos metros de bajada y, para calmar los nervios de los mineros, les decía una sola cosa: «¡No mires hacia abajo! ¡Mira hacia arriba!»
Fue la fortaleza física de Mario Cockrell, su presencia de ánimo, su amor al prójimo, su firme fe en Dios y esa oportuna y sabia recomendación: «¡No mires hacia abajo!» lo que salvó la vida de todos.
Esa es una recomendación que encierra un significado poderoso. Sirve para todas las circunstancias de la vida, buenas o malas, placenteras o desagradables. No hay que mirar hacia abajo. ¡Hay que mirar hacia arriba, siempre hacia arriba!
Si miramos hacia abajo veremos sólo un abismo negro. Veremos el fracaso, la desesperación, la desgracia, el infortunio. Pero si miramos hacia arriba veremos el cielo azul, el sol brillante y —¿por qué no?— a Dios mismo.
Los que miran siempre hacia abajo no ven nada más que sombras, zozobras, peligros, incertidumbres y enemigos. En cambio, los que miran hacia arriba ven luz y colores y cielo y resplandor. Y ven esperanza, seguridad, consuelo y paz.
Por alguna razón bien profunda el apóstol Pablo dice: «Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra» (Colosenses 3:2). Si nos concentramos sólo en la tierra, veremos toda la fealdad de la humanidad caída en pecado. Pero si miramos hacia arriba, y esto con los ojos de la fe, veremos a Dios, y de Él recibiremos el poder de una vida nueva y eterna.
Es cierto que vivimos con los pies pegados a esta tierra. Tenemos que fijarnos en las cosas de acá. Aquí está nuestra familia que debemos cuidar. Aquí está nuestro trabajo que nos da el pan. Aquí están las oportunidades de ser útiles. Con todo, mirar solamente la tierra y desdeñar el cielo es muerte.
Cristo está arriba, en su trono, esperando que miremos hacia Él y que nos arrepintamos. No despreciemos esa dirección vertical. Dios espera que alcemos la vista y miremos en dirección suya. La Biblia dice: «Busquen al Señor mientras se deje encontrar, llámenlo mientras esté cercano» (Isaías 55:6).
POR HERMANO PABLO
ESTEREO EMANUEL ESTEREO EMANUEL Author

Guardianes y Hacedores de Su Palabra

Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. San Juan 14: 23

Dios dejó su Palabra para que nos guiara, para que a través de ella supiéramos cómo conducirnos, además de encontrar consuelo y sabiduría. A veces nos relata historias grandiosas de éxito, pero también nos habla de personas que fracasaron por su desobediencia.
Pero si hay algo que a Dios le conmueve, son los corazones que buscan y aman hacer su voluntad. Aquellos que obedecen y buscan su palabra para dirección. Un guardián es alguien que cuida, vigila, protege o que custodia algo. Alguien que cuida celosamente y con responsabilidad eso que se le ha encargado.
Jesús dejó establecido que compartiéramos su Palabra por todo el mundo. Pero para predicar este precioso evangelio de salvación, no basta solo con ser guardianes y emisores de lo que dice la Biblia. Hay también que ser hacedores, hay que vivir esa palabra que leemos y debemos ponerla en acción. Solo practicándola es como esa Palabra cobrará vida y un poder impresionante que desatará una unción poderosa y fresca.
Demostramos amor, fidelidad, lealtad y obediencia a Dios cuando nos confrontamos a la luz de las Escrituras y cuando nos reflejamos en ella. Leer libros, reflexiones, poemas, devocionarios, revistas, etc., es muy bueno. Pero no podemos olvidarnos de leer esa Palabra bendita, porque a través de ella, Dios ministra nuestros corazones y se revela a nuestras vidas haciéndonos conocer su voluntad y propósito para con nosotros.

Nuestro deseo continuo debe ser el de escudriñar Su Palabra y ponerla en práctica de tal modo que otros puedan ver en nosotros la imagen de Cristo.

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LA OFRENDA (estudio)

Cristo nos ha dado un patrón para financiar la obra de su iglesia. Como todo patrón, se debe poner por obra por cada cristiano como una obligación individual. Cristo no quiere los diezmos de la ley ni una iglesia pidiendo por las calles, ni la venta de mercancías, sino que cada hermano trabaje y ofrende.
I. ES UNA OBRA DE GRACIA
A. Pablo usó de un poco de ironía con los Corintios, una iglesia orgullosa de sus dones y habilidades, parafraseando dijo: "Como ustedes son tan superiores a toda otra iglesia en tantos dones y en su amor por nosotros (un chiste), recomiendo que sean superiores también en la gracia de dar" (2 Cor. 8:7. Se ha comentado que los hermanos "bocones" de la iglesia son los que menos ofrendan. Quieren enseñar a los líderes de la iglesia cómo y por dónde gastar los fondos, pero ellos contribuyen una miseria (no tienen gracia).
B. Gracia es el griego "charis" y podemos traducirlo como cariño. Ofrendar es un acto de cariño. Cristo murió por los pecadores porque es muy cariñoso, generoso, amable, bondadoso y favorable a los menos dignos. Somos salvos, no por nuestras obras o virtudes sino por el cariño de Jesús. Por lo tanto, es necesario demostrar cariño, especialmente en la ofrenda. Los que no ofrendan con cariño son unos feos.
II. LAS INSTRUCCIONES DE COMO OFRENDAR
A. La ofrenda es personal. "Cada uno de vosotros ponga aparte algo" (1 Cor. 16:2). Nadie está excusado, no importa lo pobre que sea. Como nadie puede bautizarse por otro ni comer la Cena del Señor por otro, nadie puede ofrendar por otro. Un padre no puede ofrendar por su familia. Cada hijo, desde temprana edad, necesita aprender a devolver a Dios una porción. Todos debemos dar porque todos hemos recibido.
B. Hace falta disciplina. Si separamos la ofrenda para el Señor primero, es más fácil vivir de lo que queda. Si pagamos a todos primero y dejamos al Señor para último, nuestra ofrenda será una sobra.
C. Cada cristiano ofrenda porque cada cristiano está mandado a trabajar y de manera honrada proveer para su propia necesidad (Ef. 4:28; 1 Tes. 4:11-12). La iglesia está en el deber de avergonzar a sus miembros vagos (2 Tes. 3:10-13).
D. Es deber de miembro. Cuando hay visitas, se debe de explicar que, si desean, pueden participar en la ofrenda, pero no es obligatorio porque es deber de miembro.
E. La cantidad es según haya prosperado, según el corazón, la fe y el amor del dador. Calculamos tanto nuestra prosperidad económica como nuestra prosperidad espiritual. Por lo tanto, las ofrendas son distintas en cantidad, según la habilidad de cada hermano. Jesús dijo de la mujer que derramó un perfume muy caro sobre su cabeza, quien algunos criticaron, "Esta ha hecho lo que podía" (Mar. 14:8). La cantidad depende de nuestra prosperidad y de nuestro amor. Nuestra prosperidad es de Dios, quien nos da para que podamos dar. Si no damos según hayamos prosperado, somos ladrones de aquello que no dimos y defraudamos a Dios. No somos dueños de nuestro dinero sino administradores, ya que todo pertenece a Dios. Si no damos, temiendo una posible adversidad futura, somos incrédulos. Si los judíos tenían que dar el 10% de sus ingresos (salía más como 13%), sin duda alguna, Dios espera más de nosotros. La iglesia no puede autorizar a unos diáconos para que investiguen los ingresos, gastos y compromisos de cada miembro para fijar sus contribuciones a la iglesia. La ofrenda tiene que ser voluntaria. Si es obligado, no vale.
F. Los de Macedonia ofrendaron "más allá de sus fuerzas" (2 Cor. 8:3). Nuestra ofrenda es similar al maná del Antiguo Testamento, entre más ofrendamos, más Dios nos da (2 Cor. 8:15; Exo. 16:18). Henry Parsons Crowell, fundador de la empresa cereales Quaker Oats, cuando le preguntaron cuánto ofrendaba, afirmó que Dios le había ayudado para dar el 60% por más de 40 años.
G. Es una ofrenda generosa. Si un hermano o hermana ha sido prosperado y es miserable en su ofrenda, al llegar esto a la atención de los líderes de la iglesia, éstos están en la obligación de explicar al miembro en cuestión su deber de ser generoso (2 Cor. 9:6) en cuanto al sostenimiento de la obra del Señor. Es importante, porque el miembro que no ofrenda no crece, ni imita a Cristo. Los cristianos plomados con dinero no suben al cielo. Es lamentable que hay tantos hermanos tacaños con su ofrenda, echando a unos pocos hermanos la carga del sostenimiento de la iglesia. Su regla es: "entre más tengo, más quiero y, por lo tanto, menos ofrendo". La libertad que gozamos en la iglesia del Señor no debe ser excusa para abusar, recostándonos del sacrificio de otro.
H. La ofrenda es sistemática: cada primer día de la semana. Vemos la sabiduría de Dios. Uno trae su ofrenda a la iglesia para darla junto con su adoración. Cada domingo uno puede observar el beneficio de su inversión. Es un plan sistemático.
I. Debemos ofrendar de manera alegre, libre y humilde. Es abominable hacer la cosas para ser vistos por los hombres (Mat. 6:1; 23:5). Muchas iglesias están pasando por serios problemas económicos porque sus miembros no sienten alegría en ofrendar.
J. Es señal de firmeza, constancia y crecimiento en la obra del Señor. Observe el versículo 58 de capítulo 15 de 1 Corintios, que es el versículo anterior a la mención de la ofrenda. Nuestra aportación a la obra del Señor nunca es en vano.
K. El ejemplo que usted da a los demás hermanos vale más que la comodidad suya. A algunos les gusta dar mensual o una vez al año porque impresionan más a los hermanos cuando echan $100 o $300 a la ofrenda. Estos no impresionan al Señor con su mal ejemplo. Si uno es prosperado cada quince días o cada mes, debe dividir su porción para el Señor en cuatro porciones semanales para poder contribuir cada domingo.
L. La iglesia no debe ser egoísta. Las iglesias de Macedonia pidieron el privilegio de participar en "la ofrenda para los santos", o sea, la benevolencia para los hermanos pobres en Jerusalén. La iglesia que gasta toda su colecta en sí misma es una iglesia egoísta. Las iglesias egoístas no prosperan. Hay que mirar por las demás iglesias y por la comunidad en general. La ofrenda debe glorificar a Dios, no hacer monumentos para glorificar a un ministro. Cada hermano debe participar en la ofrenda de la iglesia para que sea la ofrenda de todos.
M. La ofrenda de la iglesia debe ser preventiva ("para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas" 1 Cor. 16:2). Debemos ser generosos con nuestra ofrenda y los administradores deben de ser conservadores con su distribución para que nunca suceda que la iglesia no pueda cooperar con una necesidad urgente.
N. Algunos hermanos ofrendan después de muerto al hacer una provisión para la iglesia en su testamento. Muchos descuidan esta parte de su administración ya que siete de cada ocho personas mueren sin testamento. Por no haber atendido a esta función, hasta la mitad de sus bienes van a pagar abogados por pelea de herederos y otra parte va al gobierno por impuestos de herencia. Sin testamento, el gobierno decide cómo repartir lo que queda. Esto es abnegar la administración.
ESTEREO EMANUEL ESTEREO EMANUEL Author

NADA OCULTO.

No hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta. – Hebreos 4:13.
Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres. – Romanos 2:16.
¿Quién de entre nosotros soportaría que su entorno conociese exactamente todo lo que hace, dice o piensa durante cada una de sus jornadas? ¡Qué vergüenza si nuestros más miserables secretos fueran revelados en plena luz!
Pero aquel cuya apreciación debería importarnos más que la de nuestros semejantes conoce absolutamente todo lo que ocurre en nosotros. Y un día tendremos que dar cuenta de todo lo que hayamos hecho durante la existencia que nos ha sido prestada. Este perfecto conocimiento de Dios asombraba al autor del Salmo 139:7: “¿Adónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?”.
Sin embargo, esta inquietud puede ser cambiada en un gozo sin igual. Así ocurre cuando el creyente, consciente de ser pecador, lo reconoce y lo confiesa con rectitud ante Dios. Entonces está de acuerdo con Dios y toma el lugar en que Dios puede revelarse a él como el Dios de gracia y de perdón, el Dios Salvador. “¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos!”, dice este creyente. “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos… y guíame en el camino eterno” (Salmo 139:17, 23-24). Desde entonces podrá avanzar en ese camino eterno con el socorro de Dios a cada paso. No teniendo ya nada que ocultar, andará en la luz de la gracia divina.
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NO DEJAR DE CONGREGARNOS

Considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre. – Hebreos 10:24-25.
El Señor Jesús no nos salvó para que nos quedemos solitarios. Él fue a la cruz y murió en ella “para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos” (Juan 11:52). Por medio del Espíritu Santo todos los creyentes están estrechamente unidos. Pero esa unidad debería manifestarse. ¿En qué se ve? De los primeros cristianos sabemos que “perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:42). Hoy en día, ¿podemos congregarnos de esta manera? ¡Claro que sí!
¡Qué bendición cuando los creyentes, conducidos por el Espíritu Santo, se reúnen en presencia de su Dios y Padre bajo la plena autoridad del Señor! A ellos el Señor Jesús prometió: “Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:20). ¿Quién puede faltar? ¿Quién quiere faltar a esas preciosas citas?
Justamente en nuestros días, cuando la decadencia del testimonio cristiano aumenta de manera alarmante, necesitamos edificación y aliento mediante la predicación de la Palabra de Dios, a fin de no desanimarnos, sino de mantenernos firmes como testigos del Señor Jesús. ¡Cuánta falta hace también la oración en común, el rogar y clamar a Dios! ¡Y cuán preciosa y bendita es ante todo la común adoración, cuando podemos dar gracias a Dios por su amor y por el más grande de todos los dones, ¡el Señor Jesús!
ESTEREO EMANUEL ESTEREO EMANUEL Author

«ESE AMOR... POR LO HEREDADO»

«María Teresa de León tiene... piel color canela, ojos negros, grandes y expresivos, [y] cabello oscuro que a veces brilla a la luz del horno de leña en su lugar de trabajo. Pero lo que más resalta de María Teresa son sus manos, delicadas pero fuertes a la vez... manos que conocen el trabajo....
«... [La] panadería [de su padre], la San Antonio, [está] localizada en una de las empedradas calles que se pierden bajo la sombra del Volcán de Agua, en la antigua capital colonial de Guatemala. El padre de María Teresa... veía a sus clientes como sus amigos, como su familia. Todos los que visitaban la San Antonio lo hacían tanto por las delicias que salían de su horno como por el placer de saludar a su dueño..., [quien] perfeccionó el sensual arte de hacer —de un puñado de harina, un poco de azúcar, canela, huevos y agua— los panes más sabrosos de la ciudad.
»Formaba una montaña de harina sobre una vieja mesa de trabajo de madera. Con un viejo guacal redondo, formaba una poza perfecta en medio de la harina, donde ponía una montaña más pequeña de azúcar y de canela. Cuidadosamente quebraba cuatro huevos y los derramaba sobre la harina, y poco a poco agregaba agua hasta que se formara [una masa gruesa y amarillenta]. Con sus manos formaba la masa para convertirla en los molletes, las champurradas, los obispos, las tortas de huevo, [es decir,] todos aquellos bocadillos que durante generaciones han agraciado las paneras en las mesas de incontables casas antigüeñas.
»Su hija, desde pequeña, ayudaba en la tarea de hacer el pan como lo hizo él mismo con su madre. Aprendió a trabajar el pan para ser la heredera de la tradición familiar, la que haría que continuara una labor que comenzó casi un siglo atrás.
»[Él] murió hace varios años. Ahora es su María Teresa quien todas las mañanas evoca el recuerdo del panadero original, cuando, con sus manos, mezcla la harina que viene del trigo que da la vida misma, para formar la masa que al calor de un horno de leña se convierte en pan.
»[María Teresa] dice que amasar el pan es tan sabroso como comérselo..... Con sus manos, todas las mañanas,... hace que perdure el legado que recibió de [su padre]. Al convertir la harina en pan, lo hace con el cariño... de alguien enamorado.
»Ese amor... por lo heredado es el principal ingrediente del pan que todas las mañanas amasa en la Panadería San Antonio de la Antigua Guatemala.»1
Así concluye el reportero de origen guatemalteco Harris Whitbeck este capítulo de la obra ilustrada con bellas fotografías titulada Guatemala inédita. Quiera Dios que, al igual que María Teresa, los que hemos disfrutado de la gran bendición de tener padres apasionados por enseñarnos lo mejor de lo que aprendieron ellos mismos de sus padres, determinemos cada mañana mostrar ese mismo amor, legándoselo así a nuestros propios hijos. O de no haber disfrutado de la bendición de tener tales padres, quiera Dios que determinemos serlos nosotros mismos.
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EN EL PRINCIPIO

En el principio creo Dios los cielos y la tierra. Génesis 1:1
Margarita sufre. Las derrotas desfilan por su mente como hormigas siniestras, y dan lugar al miedo. Los consecutivos fracasos retornan a su memoria; invaden su mundo. La llaga sangra otra vez. La joven mestiza cree que no tiene “suerte”. Llegó a los Estados Unidos acariciando el “sueño americano”; pero, los años pasan y nada logra: gana poco dinero; cambia de empleo constantemente; ninguna iniciativa le sale bien.
“Todos vencen en este país, menos yo”, comenta con sus amigos, desanimada. “Simplemente, no tengo suerte”.
Margarita es una joven luchadora: se levanta de madrugada, trabaja catorce horas por día, en dos empleos diferentes; y regresa a casa de noche, cansada. Tiene apenas fuerzas para darse un baño y dormir. La rutina de su vida es agobiante. ¿Qué futuro la espera? Se mira en el espejo, y empieza a notar algunas líneas marcadas en su rostro.
“Estoy envejeciendo, y no logro nada”, se lamenta. ¿Qué tiene que ver el versículo de hoy contigo, Margarita? Enjuga las lágrimas, y trata de escuchar la voz de tu Padre celestial. En el principio, no había nada. O, tal vez, sí: “La tierra estaba desordenada y vacía y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo”, dice el versículo 2. ¿Te das cuenta? Solo desorden, vacío y tinieblas. Casi nada. Nada. Pero, entonces aparece Dios, y da forma a los cielos y a la tierra. El escenario universal cambia cuando Dios entra en acción.
¿Qué ocurriría, en tu vida, si colocases en el principio a Dios? ¿Te has preguntado, alguna vez, si no logras lo que tanto anhelas porque en el principio solo están tus sueños, planes y proyectos? Luchas sola, trabajas sola y vives sola. Por eso, piensas que tus metas son inalcanzables.
Atrévete a colocar a Dios en el principio de tu vida, y verás que todo cambia. No por fuera. Las circunstancias que te rodean pueden seguir pareciendo adversas; las pruebas y las dificultades pueden continuar siendo las mismas. Pero, tú no. Dios trabaja primero en ti. Coloca en orden tu mundo interior: llena el vacío de tu corazón y trae luz a tu vida. Te inspira. El temor desaparece. Desaparecen las dudas, el desánimo, y empiezas a ver que las circunstancias adversas, y aparentemente injustas, no son tan atemorizantes como parecen.
Haz de este nuevo año un año de victoria. Coloca a Jesús en primer lugar, porque “en el principio creó Dios los cielos y tierra”.
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